Me enderezo lentamente y giro la cabeza dando un breve vistazo a mi habitación apenas iluminada. A la derecha está mi librero, la lista de libros pendientes es larga, pero no tengo humor para ello. Después de un disco como este en realidad no tengo humor para nada. Escucharlo de nuevo suena tentador, pero el sopor onírico en que me ha envuelto me lo impide. Mi mente está casi en blanco, las ideas que se presentan desaparecen con la misma fugacidad, lo único que hago es seguir sentado, existiendo. La existencia me deja el mismo sabor que la música de Elizabeth, es deliciosa. Deliciosa y lacerante.
Mis ojos se abrieron a la oscuridad, y por algunos instantes no supe si estaba despierto. Tras una breve inspección me dí cuenta de que no había luz, tal parece que fue en toda la colonia. Fue entonces cuando, como veneno tardío, me azotaron diversos trenes de pensamiento, ideas fulgurantes deseosas de participar en la orgía sináptica. La entropía gobierna, mis pensamientos eran incluso más erráticos que las lineas que escribo. Solo una idea era constante. Tengo que darle otra vuelta a ese ep.
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